domingo, 17 de febrero de 2019

Un Día De Circo


Todo está preparado, todas las entradas han sido vendidas y,  como es costumbre, todos hemos rezado la oración de costumbre para que todo salga bien durante la función.
De pronto las luces se apagan, el director de pista sale. Las luces se encienden y aparece él, con la misma sonrisa estúpida de siempre, y comienza a darles la bienvenida a los asistentes con un discurso que todavía no tengo idea de cómo  narices no aburre al publico. Bueno... si que lo sé. Ellos no lo conocen, no pasan horas y horas conviviendo con ese idiota y tampoco deben escuchar los mismos chistes malos que cuenta cada bendita temporada. 

Poco a poco todos vamos pasando a la pista. Empieza la función. La primera en salir es la amazona acróbata. Su número es la sensación, no hay para que negarlo. Sobre todo entre los jóvenes varones del público que se la quedan mirando cual gatos frente a un escaparate de una pescadería. Pero que se le va a hacer. Otra vez habrá, esta noche, varios imberbes que tendrán sueños mucho más que húmedos con la hija del dueño del circo.
Después de los payasos exodermicos, tan divertidos y memorables como siempre, llega mi turno. Lamentablemente, no puedo salir sola. Debo esperar a Adrian. ¿Quien es Adrian? Pues ni más ni menos que el idiota con el que mi padre quiere  que me case al acabar la temporada. 

¿Y donde está mi "prometido"? Mira,  eso es lo mismo que me estoy preguntando yo ahora mismo y desde hace una media hora. Quién sabe. Quizás está entre las piernas de la cajera, o quizás puede que ahora mismo esté dándose un "homenaje" con Lidia, la azafata de sonrisa galáctica. 

Pero que sé  yo. Esto es un circo estelar. Es decir, un circo de la tierra pero que viaja entre constelaciones. Resulta asombroso saber en cuantos planetas del universo hace ilusión ver a un inútil como mi "prometido " lanzar cuchillos de acero marciano  a una mujer,  en este caso una servidora, mientras esta se encuentra incapacitada para defenderse.
Por favor, no pregunten acerca de cómo y porqué acepté como Adrian que un inútil me "silvee". Ni yo misma lo sé. Cosas de mi padre. 

Pasa el tiempo y Adrián sigue sin aparecer. El jefe de pista se ve obligado a pasar al siguiente número. El domador de leones venusianos. Son como los leones de la tierra, pero un poquito más grandes y más fieros. Quizás se deba al hecho de que todos son hembras.
¡Jajaja, que sorpresa!  Todo me lo esperaba menos esto. Adrián, el hombre con el que me tengo que casar aunque no quiera, se encuentra en el centro de la jaula de los leones, medio vestido y con no pocas magulladuras en la parte de su cuerpo que no está cubierta con ropa. 

Para  ser honesta la única ropa que lleva puesta es unos ridículos calzoncillos con figuras de un dibujo animado que es, según parece, muy popular en esta constelación. 

#challenge30days #30dayswriter

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