20
de diciembre de 1900.-
Acabo
de regresar de Londres, una de las ciudades donde mis padres tienen
una residencia, y donde están viviendo ahora junto con mis hermanas
y los maridos de estas. Mi visita sólo me ha dado, amén del dolor
de cabeza de siempre, un punto de partida para comenzar a investigar
el robo de la “Gema de Sangre”.
Según
mis padres los hechos sucedieron así:
“Se
estaban preparando para pasar las vacaciones de Navidad en la casa
que tienen en St. Moritz, en Suiza. Este año era especial porque
habían recibido una invitación para cenar el día de Nochebuena con
Wagner, un compositor y músico que es el favorito de mis padres.
Por
esa razón mi madre creyó adecuado y conveniente empacar “Gema de
Sangre” junto con algunas otras de sus joyas. Quería lucirla
durante la velada en la casa de los Wagner. El problema llegó cuando
mi madre fue a buscar la joya a la caja fuerte del estudio de mi
padre. La puerta de la caja estaba abierta y la joya no se encontraba
donde debía encontrarse.
Entonces
mi madre le preguntó a mi padre si había abierto la caja fuerte de
su despacho recientemente. El le contestó que no. Empezaron a buscar
la joya pensando que algún criado, o el asistente de mi padre lo
había cambiado de lugar. No fue así. Entonces sospechando lo peor,
me mandaron un telegrama.”
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